Fray Diego José de Cádiz o Beato Diego José de Cádiz (nació en Cádiz el 30 de marzo de 1743 y murió en Ronda, Málaga el 24 de marzo de 1801).
José Francisco se impuso esta triple meta: capuchino, misionero y santo. Fue admitido al noviciado de los Hermanos Menores Capuchinos de Sevilla, donde profesó el 31 de marzo de 1759. Siguiendo la costumbre de los misioneros capuchinos de cambiar el nombre al terminar el noviciado y reemplazar su apellido con el de su pueblo natal, tomó el nombre de Diego José de Cádiz con el que fue conocido posteriormente. Los capuchinos, caracterizados por su luenga barba, se consideraban a sí mismos como la rama más espiritual de la familia franciscana y al mismo tiempo como "los frailes del pueblo".
La plaza fray Diego Jose de Cadiz se encuentra ubicada en el corazón del casco histórico rondeño. En ella podemos encontrarnos con el Santuario de la Virgen de la Paz, patrona de Ronda; el colegio del Sagrado Corazón, regido por la congregación de las Esclavas y que fue fundado por el beato Marcelo Spínola allá por el año 1.893 y frente al santuario está la casa propiedad de la familia Álvarez/Cascos, en cuyo interior, en un modesto aposento, entregó su alma a Dios Fray Diego José de Cádiz.
En la ciudad de Ronda se conservan los restos de un antiguo acueducto a que popularmente se le llama "el predicatorio" ya que el "saber popular" nos dice que desde allí se dirigia a los rondeños transmiténdoles su fe y confianza en la providencia divina.
Los restos de este incansable apóstol de "La Baja Andalucía" reposan para siempre en una magnífica urna de plata que sufragara para tal fin la Real Maestranza de Caballería de Ronda, de la que fue Capellán.. Dicha urna se sitúa a los pies de "su Virgen" en el propio camarín y cuando la Alcaldesa lo abandona con motivo de sus salidas procesionales, el infatigable capuchino siempre la precede en humilde anda muy del carisma franciscano.
Mi abuelo Manuel Chicón de los Riscos fue quien salvó sus restos guardandolo en un armario. Esto debería constar en los archivos de Ronda porque gracias a él y su valentía y cariño por las monjas, fueron salvados los restos.
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